Felipe Alarcón se adentra en la Serie ‘Ensayo sobre la Ceguera’ en el universo del escritor, novelista, poeta, periodista, dramaturgo y pensador portugués José Saramago, autor de la novela más conocida del premio Nobel de Literatura de 1998.’ El ensayo de la Ceguera’ constituye una auténtica radiografía de la sociedad que nos ha tocado vivir, desgranando la realidad de la misma y la irrupción de la muerte blanca, que afecta a todo el mundo. Seis personajes sin nombre pero descritos exhaustivamente y la heroína: la mujer del médico. Un mundo con pandemia, la muerte blanca, la ceguera de la pasta de leche blanca. Ausencia de luz, oscuridad, que se vuelve blanca, que se transforma para abarcar a todo el mundo. Se trata ni más ni menos que de una pandemia. Mientras Felipe pinta esta serie está la Covid 19 en pleno auge. Y todo empieza cuando un hombre está parado con el semáforo en rojo y de repente se queda ciego.
El pintor cubano residente en Madrid desarrolla la serie adentrándose en la fortaleza del legado intelectual, sensorial y literario que nos deja Saramago. Sus personajes son confinados, los soldados que los custodian terminan enfrentados, hay muertes, mientras la muerte blanca avanza, la ceguera blanca es una realidad inundando al mundo con su mensaje de desesperación y falta de visión. La paradoja está en que para sobrevivir la sociedad hace lo que sea para poder continuar. Es decir que el instinto de supervivencia predomina por encima de la conciencia según Saramago. Felipe pinta escenas desgarradoras, caras con caretas y pico de cuervo, expresiones de terror, horror, falta de oxígeno, miedo a la propia existencia. El llanto predomina, la soledad y la desesperación. Parece que nadie escucha a nadie.
Plazas, casas, gentes que no se miran que exclaman y padecen, que se aterrorizan y no revierten la situación, corren sin tener en cuenta los limites. Buscan la conexión con la necesidad, con el deseo de saciarse. La vida es compleja, a la vez simple, y, es por eso, que existe una gran responsabilidad porque cuando nos encontramos en una situación delicada y llena de peligros mortales lo mejor que se espera de todos es la solidaridad. Como dice el escritor portugués la causa-efecto es fundamental en la existencia. Su discurso es nítido, claro, directo, pero, a la vez, poético y envolvente en el sentido de ser sofisticadamente lúcido.
El creador cubano se adentra en la expresividad de los personajes, buscando interactuar con la idea de la supervivencia y la lección moral que da la mujer del médico. Si observamos más detenidamente parte de sus personajes en su obra pictórica lleva mascarilla, aspecto que no es casual y que se funden con la pandemia, la otra, la de la realidad que estamos padecendo.
Saramago plasma la desintegración de un orden social basado en la nada, desmoronándose el mundo pero no la gente porque sigue la mujer del médico como líder de los sin visión. De repente la ceguera desaparece y la sociedad al borde la desintegración se recupera. En un mundo destrozado y perdido siempre hay gente que conserva la lucidez, que se concentra en ayudar a los demás, facilitando el cambio, la transformación de la situación.
Felipe trabaja la serie en técnica mixta sobre papel, cartulina, lienzo y tela, predominando el dibujo, también el color, la expresividad y la alegoría se combinan en el desarrollo pictórico, en el que hay una clara base de dibujo, con presencia de difuminados, transparencias, collages, seleccionando mucho el punto de enfoque. Dos pandemias, dos realidades, dos enfoques, dos finales… Bueno todavía no sabemos cómo se desarrollará el final de la covid 19.
José de Sousa Saramago (1922-2010) ha sido un escritor que hablaba del ser humano como el centro del universo. Decía que en el universo Dios callaba y que el hombre le ponía sonido. Aunque se declaró ateo su manera de ser, de obrar, de trabajar y de pensar le aproximaron a una visión muy elevada de la realidad, sensible, pero firme, observador, notario de su tiempo, buscando la frase justa, pero, a la vez, la descripción precisa, sin teatralizar la dinámica narrativa, pero, al mismo tiempo, ofreciéndonos lo más exquisito de su sabiduría. Comentaba que no tenía la culpa de que al levantar una piedra, en ocasiones, surgiera un monstruo. Esto es lo que capta Felipe: esa facilidad que tenía el escritor portugués de presentarnos la realidad, buscando siempre describir con elegancia situaciones complejas y hasta dramáticas. La suya también lo fue.
Su familia tenía escasos recursos, les costó que pudiera tener un acceso normal a los estudios. Tuvo que trabajar en una gran diversidad de oficios, desde cerrajero a los quince años, pasando por trabajar en una caja de pensiones y periodista. Tuvo un parón literario de casi 20 años, luego triunfó y creó de forma continuada. Su humanismo se refleja claramente en sus novelas, entre las que podemos destacar ‘El Evangelio según Jesucristo’, donde refleja la humanidad de Cristo, su relación amorosa con María Magdalena, su opinión sobre José, la dinámica social en la que se desarrolla la novela. Dicho libro le valió la crítica del Vaticano, las críticas de su país y otras cuestiones lo que le obligaron a decidirse marchar de Portugal y establecerse en Lanzarote donde vivió el resto de sus días.
Saramago se interesa por la conciencia del ser humano, buscando los por qué y los cómo de su actuación. ‘Ensayo sobre la Ceguera’ es un libro en el que realiza un auténtico análisis de la sin razón, de la evidencia del ser humano que viendo no ve. Se trata de una ceguera blanca, no negra, porque no se apaga la luz y todo está a oscuras, sino que es la propia visión sin objetivos ni profundidad lo que convierten al ser humano en un ser sin conciencia porque no ve más allá de sus objetivos egoístas. Y con egoísmo no hay bondad. Y sin bondad no hay amor. Y es el amor el que transforma el mundo. Felipe plasma esta rotundidad de visión teniendo en cuenta también la reflexión del Nobel portugués sobre la esencia de la identidad en la novela ‘El hombre duplicado’. Hay obras de Felipe de esta serie como la titulada ‘Ruptura celestial’ donde humaniza a los dioses y profetas hinduistas, budistas, jainistas, buscando aspectos y comportamientos humanos en los mismos. En este sentido coincide con el escritor luso en que lo más importante de la existencia es el ser humano y que como tal está sujeto a fallos, falta de visión, necesidad de ver más allá de las limitaciones cotidianas. Por eso la serie de dibujos y pinturas de Felipe Alarcón es especial, en el sentido de que se centran en el humanismo, en la necesidad de ir más allá.
Saramago en su novela ‘Ensayo sobre la lucidez’, novela que no podemos olvidar de citar porque está conectada con ‘Ensayo sobre la Ceguera’, y que Felipe también plasma en esta serie, cuestiona el poder, la democracia, los límites del poder y la necesidad de libertad de la gente, cuando deciden en un 85 por ciento votar en blanco en unas elecciones iniciándose una investigación y un cuestionamiento para describir como había surgido dicha iniciativa que ponía en jaque el régimen vigente. La ceguera blanca, y votar en blanco, de blanco a blanco, donde tenía que haber luz, pero que resulta que lo que hay es la ausencia de esta, Saramago se pregunta por el devenir describiendo situaciones dramáticas que, pueden tener un final feliz si la humanidad transforma el status quo y no se rinde ante la evidencia. Es un canto humanista, aspecto vital que el artista cubano plasma en la obra buscando una salida al drama imperante, una ventana llena de luz que supera persecución, falta de libertad, laberintos y desesperación.
Felipe Alarcón, artista comprometido con el arte, la poesía, la literatura, la paz y la solidaridad, en época de pandemia apuesta por la humanidad y nos transmite que, a pesar del drama, hay solución pero que hay que conservar la visión lúcida para marcar el camino.
Por Joan Lluís Montané, De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA).

Felipe Alarcón Echenique, Pintor, Grabador, Dibujante y escritor. Miembro de VEGAP y la Asociación Española de Pintores y Escultores de Madrid. Presidente de la Asociación de Creadores Iberoamericanos (A.C.I.). Nació en Ciudad de la Habana, el 21 de Marzo de 1966. Graduado en la Academia de Bellas Artes “San Alejandro”. Profesor de Educación Artística (1987). Impartió clases como profesor de Artes Plásticas (1987 Básica). Cursó estudios en el Instituto Superior de Arte ‘José Varona’ (1995 Licenciatura de Educación Artística. Estudio-Taller 1996-1997 C/Obispo, La Habana (Cuba).
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